La Agricultura es la profesión propia del sabio, la más adecuada al hombre sencillo y la ocupación más digna para todo hombre libre. Cicerón

lunes, 20 de diciembre de 2010

Repartidora de abejas a domicilio





El Correo Vasco, 19 de diciembre de 2012, Gustavo Duch.
Para Roser y su nuevo aleteo
Después de tanta destrucción, las calles acumuladas de pobreza y los campos arruinados, nadie sabía cómo recomenzar o qué paso era el siguiente a dar. Las fábricas de comida preparada a base de nanoproteínas sintéticas y fibras vegetales artificiales, como casi todo, habían sido arrasadas. Se debatieron estrategias: recurramos a las semillas conservadas en los bancos de germoplasma, propusieron desde la Sociedad Imperial Geográfica. Pero no se ponían de acuerdo con las empresas que las tenían patentadas, no había suficientes y tampoco sabrían cómo poder multiplicarlas. Volvamos a criar ganado, dijeron otros, pero tantos años sin gentes en el campo habían polvorizado la memoria rural, y no sabían ni dónde encontrar especímenes ni qué ni cómo hacer para mantenerlos. La plaga de piojos de mar nacidos en aquellas piscinas de acuacultura ya hacía décadas que habían saltado a todos los océanos y mares causando una infestación irreparable.

Desde un lejano poblado llegó la propuesta acertada. Aquí tenemos a Melinda, su profesión es la más necesaria en estos momentos. Ella es 'Repartidora de Abejas'. Con una bicicleta y un pequeño remolque para las colmenas -como siempre hicieron en su familia- puede llevar enjambres a quien lo solicite. Bien supo ella resguardarlas de la tormenta química, sabiendo que protegía el más fabuloso de los tesoros de la Humanidad.
Porque si algo así pasara, el mundo no podría ser verde, selvático, con frutas, musgos, flores, árboles y setas si no contáramos con la altruista capacidad polinizadora de las abejas. Se sabe que las abejas melíferas suponen más del 90 % de las visitas que reciben las flores de las plantas cultivadas. Miles de pequeños gestos de un valor incalculable, pero que si lo quieren cuantificar, esta polinización supone un beneficio económico para la agricultura española de casi 3.000 millones de euros anuales.

 
En España somos líderes europeos en colonias de abejas. Se contabiliza una cabaña apícola de 2.459.373 colmenas y más de 5.000 apicultores y apicultoras trabajando -mano con ala- con ellas. Sin embargo, como señala el sindicato agrario COAG, «a pesar de su trascendencia no parece preocupar demasiado a las instituciones la crítica situación del sector apícola, del que depende en la actualidad la supervivencia de las abejas melíferas». COAG denuncia la falta de acompañamiento y apoyo a este sector golpeado por las adversidades climatológicas (que han reducido en un 25% la producción de miel), por el sospechoso y preocupante aumento de la mortandad (en más de un 30%) de individuos derivada fundamentalmente del aumento de pesticidas en la agricultura industrial y por la complicada competencia que para el sector supone la llegada de miel y polen de terceros países.

Lo escuchamos, lo sabemos y lo percibimos, la biodiversidad está gravemente amenazada. Más de un tercio de las especies evaluadas por los diferentes organismos competentes tienen riesgo de extinción y se calcula que el 60% de los ecosistemas del planeta necesitan urgentemente un lavado a fondo para restaurarlos a unas condiciones mínimas. Así, medidas en favor de las abejas y la apicultura, como la que propone COAG de que sean declaradas Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, son actuaciones necesarias para sanar nuestro porvenir.
-«Abejas, abejas para sus jardines y huertos», canturrea dulcemente Melinda.

sábado, 4 de diciembre de 2010

Sabores y saberes en peligro de extinción




• Entre el 70 y el 80% de todas las variedades locales han desaparecido

• La causa es la introducción de especies híbridas y transgénicas de mayor rendimiento

• Se apela al consumidor para que se implique en todas las etapas


Zanahoria morá, patata copo de nieve, uva crespiello, oveja xalda, col paperina o escarola perruqueta son algunos de los miles de productos locales amenazados en España por la industria agroalimentaria y la falta de un consumidor concienciado.

"Cuando se pierden las plantas que cultivaban nuestros abuelos, se va una parte de nuestra historia y cultura", afirma la agricultora Remei Gimeno. En Vilanova i la Geltrú (Barcelona), ella y "un grupo de payeses con buen rollo", convertidos en productores y vendedores, se resisten a que variedades de la zona como el espig
al, la col paperina o la escarola perruqueta desaparezcan de la huerta y que "la gran industria" acabe "robando el alma a la comida".

"El espigal es una planta de la familia de la col, que antes se hervía con aceite y que, ahora, recuperada, la gente usa para preparar canelones o pizza", ha explicado Gimeno.


Algo parecido ocurre con la patata copo de nieve, que hasta hace unas décadas se cultivaba en las laderas de Sierra Nevada. José Luis Rosúa, investigador de la Universidad de Granada, encontró al último agricultor que aún la plantaba y desde entonces intenta mejorar su "acervo genético" para que pueda regresar al mercado.

Originaria de los Andes, donde aún se cultiva, la patata copo de nieve sabe, según Rosúa, más a patata, tiene menos agua, es mucho más compacta y no se deshace.


En la cooperativa gaditana ’La Verde’, agricultores como Manolo Zapata intentan recuperar la zanahoria morá, que llegó hace miles de años desde el este del mediterráneo y que se caracteriza por su exterior morado y su interior blanco. También se cultiva en cuevas bajas, en la provincia de Málaga, donde todos los años celebran la fiesta de la zanahoria morá, invitando a migas con zanahorias a más de 5000 personas para fomentar su consumo y propiedades, hoy mismo es esta celebración.

La zanahoria morá es un tubérculo con propiedades beneficiosas para el organismo, destaca la presencia de vitamina A, B, B3, E, y minerales como: potasio, magnesio, yodo, fósforo y calcio. Es una variedad de zanahoria que se cultivaba en Oriente hace 3.000 años, aunque su introducción en Europa ha sido mucho más reciente. Los romanos parece que ya eran muy aficionados a la zanahoria, y muchos pueblos antiguos le atribuyeron propiedades afrodisíacas.
Según cuentan, la zanahoria fue introducida en España por los árabes, desde el norte de Africa, y en la Edad Media se cultivaba en sus variedades morada, blanca y amarilla por toda Europa.

Rica en antioxidantes y caroteno, el sabor de esta singular y afrodisíaca variedad recuerda a la zanahoria naranja pero con un "ligero sabor a remolacha". Para Rosúa, existe "una preocupante pérdida de diversidad de semillas" porque, en el caso de la patata, dos variedades -la holandesa y un híbrido americano- concentran el 80 por ciento de la producción.


Pérdida de la diversidad

Rosúa calcula que entre el 30 y el 40 por ciento de todas las variedades locales han desaparecido en España. "Estamos a tiempo de que no sea una debacle, pero se necesitaría una política activa por parte de la administración", ha añadido.

La razón por la que han ido desapareciendo estas variedades es que "la agricultura industrial introdujo variedades híbridas de mayor rendimiento y producción que provocaron que se perdieran variedades muy antiguas", ha asegurado Juanma González, uno de los responsables de Red de Semillas, organización estatal que promueve el intercambio de semillas para preservar la biodiversidad agrícola.

Sin embargo, las variedades locales poseen una gran riqueza genética frente a plagas y están adaptadas a los climas y suelos de cada zona. Aunque se han creado bancos de germoplasma para las semillas, para González no es suficiente: "hay que preservar el conocimiento campesino asociado a estos cultivos, un legado conservado por personas mayores y que muere con ellas".


Compromiso del consumidor

El consumidor debería estar "comprometido con lo que come" y, en lugar de ser un eslabón final del proceso, condicionar todas las etapas del mismo "con su visto bueno o su rechazo", según Rosúa.

Más allá de las conocidas churras y merinas, la oveja Xalda -de origen céltico- se reivindica en las montañas asturianas como una de las razas más antiguas del continente europeo. Antón Álvarez, de la asociación de criadores de esta oveja, cuenta que son pequeñas, negras o de color rojizo y "con una moña blanca".

Su carne es sabrosa, tiene más fibra y no necesita salsas "chimichurri", ha dicho Álvarez, quien ha destacado que su producción es mínima ya que, al año, solo mil corderos llegan a la mesa.

José Pascual Gracia compró una de las viñas más antiguas de la comarca aragonesa de Cariñena para elaborar vino a partir de la uva crespiello, una "rara variedad con mala fama". Pero al recuperarla, Gracia se reencontró en la bodega con un "espectáculo de olores" que casi había olvidado: "dulzones, afrutados, anisados, florales..."