Los proyectos de leyes de “seguridad alimentaria” del Congreso fueron redactados por Monsanto, Cargill, Tysons, ADM, etc. Todos ellos están asociados con lo opuesto a seguridad alimentaria. ¿Qué hay alrededor de esto entonces? Imagínese al mismo demonio- o salones repletos de ellos, vestidos de traje – definiendo a la única alimentación segura y saludable de este país como peligrosa y que carga a los esforzados peones rurales con más trabajo de lo que cualquiera puede soportar, mientras que su propia comida, la de ellos, es a tal punto peligrosa que sólo en los últimos diez años la diabetes ha aumentado un 90 por ciento.
En términos sencillos, los alimentos orgánicos y el renacimiento de la agricultura estaban ganando. No en números absolutos, sino en un cambio paulatino y profundo del público hacia la comprensión de la relación entre su alimentación y su salud, entre una buena alimentación y los verdaderos placeres sociales, entre su propia intervención en la alimentación y la mejora de sus vidas en general, entre los alimentos locales y una economía local floreciente.
El movimiento Slow Food tenía razón – limitarse a los alimentos que vienen de la propia región y de auténticos agricultores, cocinarlos lentamente y disfrutar de ello junto a familiares y amigos, y el mundo comienza a cambiar para mejor.
Y como nos enfrentamos a una crisis económica sin precedentes, y es difícil estar seguro de lo que tiene valor, una cosa que siempre lo tiene es la comida. Razón por la cual las empresas están tras su control absoluto. Pero, ¿qué obstáculos enfrentan para sitiar completamente los alimentos? Todas las personas de este país que están “bancando” la agricultura ecológica y las huertas urbanas y sobre todo, profundizando en el placer de cada uno y aumentando su participación en todo lo relacionado con la comida.
Los Mercados de Agricultores.Los granjeros locales. La leche genuina. Los huevos frescos. Los puestos de verduras.
Esas son cosas que no solamente deseamos todos, sino que nos empeñamos activamente en conseguir, y que necesitamos mucho. Y allí donde son realmente buenas, están aumentando.
Las corporaciones financieras internacionales, que han provocado estragos en todo el planeta con las sorprendentemente absurdas “soluciones” que resultaron destructivas para todo el mundo, salvo para ellas, son hermanas de los gigantes internacionales de los agronegocios (Monsanto, Cargill, Tysons, ADM, etc.) que están tan agresivamente empeñados en sus propias maneras de “tomar”. Sólo las semillas, los animales, el agua, el suelo.
Y la libertad.
Porque los seres humanos son por lo general buenos y por lo general también increíblemente resilientes e inteligentes, y abandonados a su suerte – es decir, libres – podrían manejar esta colosal estupidez financiera que las corporaciones nos trajeron con el TLCAN, el CAFTA, el GATT y todos los otros esquemas globalizados (que esperan eventualmente completar con el Codex Alimentario). ¿Cómo? Siendo real y localmente productivos. Y la agricultura es la base sólida de eso. Los agricultores producen algo de valor real (algo que todos damos por sentado), y a partir de esa base, prosperan los negocios. Los mercados locales, los procesadores locales de alimentos, las firmas locales de semillas, las empresas locales de herramientas y suministros, los comercios locales y… una economía basada en la realidad. Y algo verdaderamente beneficioso para nosotros, también, empieza a crecer.
Así pues, vemos nuevamente lo que nos ha sido estimulante – Los mercados de agricultores. Los granjeros locales. La leche genuina. Los huevos frescos. Los puestos de verduras. – Y nos damos cuenta de que no sólo son maravillosamente saludables, sino también entretenidos y naturalmente constructores de comunidad. Y más aún, una economía real y profundamente democrática – justamente en un momento en que necesitamos algo que funcione económicamente, que apoye nuestro renacer democrático, y que proteja la comida misma y nuestro fácil acceso a ella.
Y son esas cosas las que amenazan a las corporaciones… la razón por la cual ahora tenemos en el Congreso estos proyectos en masa de leyes de “falsa seguridad alimentaria”. Todo se viene abajo gracias a estos cretinos, y quieren estar allí como buitres para asegurarse de que cada gota de sangre que pueda ser succionada de nuestros recursos y de nosotros, sea de ellos. A saber, tienen que deshacerse de esas cosas buenas e inocentes y, sin embargo, verdaderamente poderosas, que son:
Los mercados de agricultores. Los agricultores locales. La leche genuina. Los huevos frescos. Las puestos de verduras.
¿Y cómo conseguirán eso aquellos que contaminan los alimentos de nuestro país con plaguicidas, hormonas, antibióticos y todo lo demás? Mediante el establecimiento de estándares de “seguridad alimentaria”, tan grotesca, inapropiada y aún cruelmente aplicados a los agricultores y ganaderos independientes locales, que no hay manera de que puedan manejarlo. Imagínese enfrentado a las cien (100) páginas de un formulario del IRS (Servicio de Rentas Internas de EE. UU.) y afrontando una multa de un millón de dólares diarios por arrugarlo. Eso entraría en el campo de juego de la complejidad imposible, mezclada con amenazas, que enfrentan nuestros agricultores. Imagine tener al gobierno y a las corporaciones decidiendo cada cosa simple que usted puede y debe hacer en su cocina y eso respaldado con la amenaza de hasta diez (10) años de prisión por estropearlo – aunque usted nunca haya enfermado a nadie, y las corporaciones sí. Imagine ser supervisado las veinticuatro horas del día por dispositivos satelitales de localización personal GPS que se alimentan en… un banco de datos corporativo, uno de los cuales ahora ha sido trasladado fuera del país para que nadie aquí pueda tener acceso legal para ver lo que hay en él.
Y ¿cómo llegaron tan lejos con semejante esquema de aplicar absurdos estándares industriales a cada una de las granjas del país? Por el miedo a las enfermedades y brotes de epidemias transmitidas por alimentos, que son causadas por ellos mismos.
Cómo funciona: La multinacional Tyson ayuda a Bill Clinton a entrar en la oficina oval. Bill Clinton de manera inmediata y significativa, reduce los estándares de contaminación de las avícolas en señal de gratitud. Y es este tipo de residuos contaminados de las avícolas industriales transnacionales el que hoy en día está implicado como fuente de la gripe aviar. Después hizo fortuna sobre ese miedo. Y, a continuación, la industria avícola utiliza la crisis por ellos creada para expulsar a los pequeños agricultores y tener más control que nunca. Su mantra: No sólo se debe condenar la biodiversidad, debe ser eliminada. Y deshacerse de esos condenados agricultores que la protegen mientras estamos en ello.
Los proyectos de leyes requerirían una tan abrumadora complejidad de normativas, inspecciones, licencias, honorarios y sanciones para cada agricultor que desee vender localmente – un puesto de frutas, en un mercado de agricultores – que nadie podría manejarla. Y ESE es el punto. Todo el punto es el juego sucio. Todo el punto es “estar en el control estricto de lo que se necesita para la supervivencia, porque va a valer una fortuna”.
Por tanto, si usted prefiere las ferias de agricultores, los granjeros locales, la leche fresca, los huevos frescos, los puestos de hortalizas y la libertad, permita que sus amigos sepan qué es lo que persiguen verdaderamente todos esos proyectos de leyes de “falsa seguridad alimentaria” que nos traen con bien planificada malicia, Monsanto, Cargill, Tysons, ADM, etc.
Slow Food nos recuerda dónde necesitamos estar (y nos avisa cuánto ayudaría a cualquier economía local):
• Formar y mantener bancos de semillas para preservar las variedades heredadas, en cooperación con los sistemas alimentarios locales;
• Desarrollar un “Arca del Sabor” en cada ecoregión, donde los alimentos y las tradiciones culinarias sean celebrados;
• Preservar y promover los productos alimenticios locales y tradicionales, junto con su conocimiento y preparación;
• Organizar el procesamiento en pequeña escala (incluidas las instalaciones para productos perecederos y de matadero);
• Organizar celebraciones de la cocina local dentro las fiestas regionales (por ejemplo, la Fiesta de los Campos celebrada en algunas ciudades de Canadá);
• Promover “la educación del gusto”;
• Educar a los consumidores sobre los riesgos de la comida rápida;
• Educar a los ciudadanos acerca de las desventajas de la agroindustria comercial y las granjas industriales;
• Educar a los ciudadanos sobre los riesgos del monocultivo y la dependencia de muy pocos genomas o variedades;
• Desarrollar diversos programas políticos para preservar las granjas familiares;
• Presionar por la inclusión de los problemas de la agricultura ecológica dentro de la política agrícola;
• Presionar contra la financiación gubernamental de la ingeniería genética;
• Presionar contra el uso de plaguicidas;
• Enseñar conocimientos de horticultura a los estudiantes y personas en situación de reclusión, y
• Fomentar la compra ética en los mercados locales.
Pero primero tenemos que detener estos proyectos de leyes o nos quedaremos sin el dinero del rescate financiero y sin los alimentos de la corrida alimentaria. www.ecoportal.net
Linn Cohen-Cole.
Slow Food
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